lunes, 14 de noviembre de 2011

Bueno, hoy necesito dejar salir un poco de inspiración. Siento que dentro de mi hay algo que debe ser, ese sentimiento infernal que no es de traición ni tristeza... es un sentimiento de decepción. Recuerdo hace un tiempo, que estaba leyendo a Moliére y decía que la vida es una decepción andante.. y creo que tiene razón. Pero el trabajo del ser humano en este caso es salir de aquella decepción en la que cae constantemente.
Como dice Descartes "Con frecuencia, una alegría improvisada vale más que una tristeza cuya cauda es verdadera". Nuestro trabajo como seres humanos es tener esa alegría improvisada, es hacer de la vida un poco más alegre que antes. Pero ¿Por qué no lo podemos hacer? La razón es simple: El maldito orgullo nos gana. ¿Por qué para algunas personas no es simple ir a decirle a mamá te quiero? ¿Por qué para otras es casi imposible decirle a esa persona 'Te amo? Orgullo, pena... llámalo como quieras... pero la cobardía es su verdadero nombre.
La decepción nos lleva  al orgullo y el orgullo a la cobardía.


Escuché alguna vez decir a Dolina "Nos vemos a nosotros mismos como seres reales, pero quizá somos nuestros propios y engañosos espejismos." ¿Realidad? Muéstrame dónde, porque aquí solo espejismos veo. Nada es real, solo el dolor del corazón... El dolor de un corazón abierto, desgarrado y con sed de sangre.. con sed de venganza.